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¿Sabías que Rusia vendió Alaska a los Estados Unidos?

El 30 de marzo de 1867 Rusia vendió el territorio de Alaska a los Estados Unidos por un monto de 7.200.000 millones de dólares.


Si leíste bien por 7 millones y fracción de dólares de la época, frente a una afirmación como esta es inevitable intentar entender las causas que condujeron a ambos países a involucrarse en dicha transacción.


En primera instancia se puede afirmar que los comerciantes rusos habían sido atraídos a Alaska fundamentalmente por el marfil de morsa, cuyo precio no era inferior al de elefante, y las preciosas pieles de nutria de mar que obtenían gracias al trueque con los aborígenes.


En su capital, Novoarjánguelsk (actual Sitka), se desarrolló un importante centro comercial de telas chinas, té, carbón e incluso el hielo que se utilizaba en los EE UU antes de que se inventaran los frigoríficos.


Aun así, en pleno siglo XIX, Rusia percibía el territorio de 1.518.800 kilómetros cuadrados de dimensión como un enorme terreno improductivo, remoto - baldío, difícil de colonizar, prácticamente imposible de defender en términos de soberanía.


Es importante considerar que en ese mismo periodo estalló la guerra de Crimea, en la que Rusia combatió contra Inglaterra, Francia y Turquía.


Conflicto bélico con el cual quedó claro que el país no sería capaz de abastecer y proteger a Alaska si las vías marítimas estaban controladas por los barcos de los aliados.


Es en este crítico escenario es que Rusia decidió vender este territorio, pues frente a la opción de perder totalmente su soberanía y la alternativa de venta, la segunda propuesta resulto mucho más atractiva para Eduard Andreevich Stoeckl, encargado de realizar la transacción por encargo del Zar Alejandro II.


Si bien había dos posibles compradores: Inglaterra y Estados Unidos. El segundo era el más prometedor, incluso considerando el estallido de la Guerra Civil americana, la cual por supuesto interrumpió las negociones.


A Estados Unidos, la proximidad geográfica con el territorio le proporcionaba un interés especial por la región, una ganancia totalmente justificada.


El tratado comercial estuvo a cargo del secretario de estado William H. Seward quien llevo a cabo las negociaciones en representación de Estados Unidos.


En el momento de la compra, esta fue denominada de forma muy despectiva por parte de la población.

Frases como: “La Locura de Seward”, “La Nevera de Seward” o el “Parque de Osos Polares”, se popularizaron. Ya que para cierto sector político daba la impresión que era imprudente gastar tanto dinero en una región tan remota.


Lo cierto es que Alaska con el tiempo, fue explorado y re- descubierto, resultando ser un territorio de vasta naturaleza, fértiles suelos, enriquecido en metales y minerales, incluyendo yacimientos de oro, e incluso usufructúa del más preciado producto a nivel global como es el famoso oro negro o “petróleo”.





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